
regalos sin sentimiento y sin conciencia
Entendiendo la meditación como la manera en que nos relacionamos con la vida en todas sus áreas, también el hacer o como recibimos un regalo, encierra un mensaje o diálogo oculto de nuestro estado de conciencia, pues todo lo que sucede en el exterior, es el reflejo de nuestro estado interior.
Tomando como referencia las pasadas fiestas Navideñas, en las que habremos recibido o realizado algún regalo o presente de familiares o amigos, podemos utilizar este hecho, como vehículo de meditación para ir hacia adentro y hacernos un autodiagnóstico interior sincero, de nuestro estado de conciencia.
Aunque la mayoría de las veces no percibimos la realidad escondida detrás de los aparentemente simples actos cotidianos, debido a nuestra inconsciencia, no quiere decir que ésta, no se esté manifestando delante de nuestros ojos y los regalos u obsequios que nos hacen o hacemos ponen esta verdad de manifiesto.
Para empezar cuando hacemos un regalo, en un alto porcentaje, no es mas que seguir una tradición, la tendencia establecida por el costumbrismo social, que aunque por principio, no tiene porqué tener connotaciones negativas, en muchas ocasiones, está carente de sentimiento hacia quien va dirigido el regalo, independientemente de que sea familiar, amigo etc., por lo que dice mucho de nosotros y de si regalamos desde el corazón o desde la cabeza.
Debido a que este post trata sobre meditación y en concreto los regalos y presentes como técnica meditativa, en este punto tendremos que ser honestos con nosotros mismos para reconocernos el sentimiento interior real que nos mueve cuando realizamos el acto de regalar algo a alguien, evitando por tanto, caer en la tentación de engañarnos a nosotros mismos.
Por ejemplo, una de las formas de regalar de manera inconsciente sería el «regalo competitivo» que sucede en determinadas ocasiones cuando se hacen regalos a niños de familiares o amigos. Si estamos «despiertos» de verdad, nos daremos cuenta, que el regalo no se le hace al niño en cuestión, aunque vaya dirigido a éste, sino que más bien, es una forma en que el adulto se reafirma ante los otros adultos, trasladando, a través del regalo, su nivel económico superior, lo que deja al descubierto, excepto para él o ella mismo/a, la manera de compensar un posible complejo de inferioridad, realizando costosos regalos.
Por el contrario, están aquellos que regalan por sistema, presentes de poca cuantía y totalmente intrascendentes, dejando de lado los detalles, adoleciendo de una mínima sensibilidad hacia quien regala, argumentando que lo importante es la intención y no el regalo en si mismo, lo que deja al descubierto la falta de compromiso económico y emocional hacía quién realiza el regalo y sabemos que alguien que no se compromete, puede ser una persona con temor a ser herido.
Otra manera de evaluarnos a nosotros mismos, utilizando como vehículo de autoconciencia el regalo, es si sentimos que nos estamos quitando un peso de encima, es decir, el «regalo peso muerto», pues independientemente del costo de dicho regalo, por fín nos quedamos » a gusto», es como si hubiésemos cumplido con la expectativa esperada de nosotros, como si nos «quitásemos la china del zapato». Son regalos envenenados, carentes de un cierto nivel de conciencia, por parte de quien lo realiza y que en gran medida procede de tíos/as, abuelos/as, padres/madres.
Niveles bajos o nulos de conciencia se detectan, cuando aquella persona que regala tiene expectativa de que le devuelvan el regalo, como mínimo, del mismo «nivel» del que él o ella hizo, acorde siempre con la imagen que tiene de si mismo/a, pues de lo contrario, un regalo «indigno», puede dañar su Ego. Podemos, por tanto, utilizar este comportamiento para «darnos cuenta» de si existe dentro de nosotros un conflicto con nuestra autoestima y de si somos emocionalmente inestables al prestar más atención al objeto que al sujeto.
Para concluir y como hipótesis el comportamiento emocionalmente maduro y consciente a la hora de realizar un regalo a alguien querido por nosotros, sería el que nace de la espontaneidad, que no coincide con ninguna fecha señalada por el calendario, porque sino en parte, se convierte en un «compromiso». Cuando uno se siente despojado de toda expectativa de agradar o recibir; solamente expresa la alegría, el gozo y el agradecimiento sincero de que esa persona forma parte de nuestra vida, en ese momento. Pero esto es algo, que cada uno de nosotros tendremos que descubrir por nosotros mismos, aumentando nuestra conciencia.
¿Cómo está tu nivel de conciencia? ¿Regalas desde el corazón o desde la cabeza? ¿De verdad?